Un primer análisis de un objeto material, plástico, es su contemplación visual. Pero esa contemplación puede hacerse generalizada o pormenorizada, algo así como lo que hacemos al ver en el visor de una máquina fotográfica; primero hacemos un encuadre general de lo que vamos a retratar, después, un enfoque nítido y cuidadoso.
Esta actitud que seguimos como fotógrafos es la que solemos tomar al contemplar una obra de arquitectura. Primero dar un vistazo general, mirar el conjunto, y después ver más detenidamente las diferentes partes y detalles.
De esa forma, estamos contemplando, analizando, juzgando, no la verdadera arquitectura, objeto de su realización, sino sólo los medios estructurales, decorativos u ornamentales utilizados para limitar el espacio arquitectónico: que es la auténtica arquitectura y su razón de ser. Bien se puede decir, en este caso, que estamos tomando el rábano por las hojas. Y, a esa visión viciada corresponden más realizaciones viciadas en las que unas exuberantes hojas van acompañadas con muy escaso valor práctico y estético y que producen unos resultados estéticos espacialmente pobrísimos.
No es fácil -hay que reconocerlo- el sustituir en nuestra mente los efectos directos de nuestra captación visual de las superficies materiales limitantes, por algo que no se ve, sino que se vive: el espacio que estas superficies encierran. Que, por otra parte, no es fotogénico y por tanto de muy difícil captación-¿dibujo?-. Esa captación que Velazquez consiguió en Las Meninas. Pero sin olvidar que Velázquez era un genio.
Si esta manera de esencia espacial de mirar arquitectura se generalizara al contemplar modernos edificios: como el Centro Pompidou de París o el Banco de Shangai de Hong-Kong, por ejemplo, y otros muchos realizados posteriormente a la vista del éxito causado por ellos, todos con feísimas y deshumanizadas soluciones espaciales, tal vez no tendrían tan alta cotización arquitectónica como la tienen.
Creo que cada vez se hace más fea arquitectura y, paralelamente mejor y más bella fotografía de ella. Y este resultado en un mundo tan enormemente absorbido por la propaganda de la imagen. hace muy difícil una rectificación hacia una arquitectura con más preocupación por la belleza espacial y más humanizada.
M. Fisac
Cuando uno encuentra un texto ya algo viejo (aunque éste no sea el caso más paradigmático) y sigue teniendo vigencia, por algo es (por no citar el Vuelva Usted Mañana de Larra...). Hay varias cosas que me interesan.
Lo del espacio humanizado. ¿Una buena arquitectura se debe a un espacio humanizado? ¿Dónde está lo humanizado, a qué se debe? Proporciones, materiales, geometrías, colores, etc. Es un concepto muy utilizado, pero yo no le termino de ver la objetividad.
¿Una buena fotografía de arquitectura implica un espacio bestial y deshumanizado, tipo Pompidou? ¿No se puede hacer una buena fotografía de arquitectura de Una pequeña casa de LeCorbu? Que conteste Marta, que tiene una buena cámara y sabe mirar gracias a JJ, que yo no tengo ni idea.
También habla sobre los materiales, las superficies, texturas, colores, incidencia de luz. Creo que eso son características con tanto peso en la concepción del espacio, y en su calidad y cualidad, como sus dimensiones o forma. Y algo que me pesa bastante, es que en los planos estas cosas no aparecen. En los planos aparece el perímetro, las medidas, la forma y relaciones geométricas. Hablo del plano per se, de secciones y plantas. Y claro, cuando uno quiere innovar, por decir una palabra fea, pues varía estas dimensiones, estas formas. Las retuerce, las gira, etc. Y salen cosas como las estrellitas de Collado, y que se justifican como polos de actividad o no sé qué. Me gustaría saber pensar y proyectar un edificio desde la sensación, desde la luz, desde la cualidad del espacio, aunque ésta sea inefable. Por mucho que veamos la sección del Maravillas, lo importante es lo que nos sugiere el estar allí. Es entonces cuando sentimos la arquitectura, cuando nos transmite su grandeza. Y me gustaría saber contar esa cualidad gráficamente. ¿Fotomontajes? No sé... Que alguien me ayude
miércoles, 24 de febrero de 2010
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A grandes rasgos discrepo en dos puntos:
ResponderEliminar- Buscar la objetividad de lo humanizado creo que es un callejón sin salida. Para encontrarlo creo que la única manera es partir de lo subjetivo, de lo local, de lo personal. De la memoria de cada uno o de la memoria colectiva como grupo social. No creo que sea una categoría, por llamarlo de alguna manera, que se pueda estandarizar. Como arquitectos buceamos en estos aspectos para buscar una respuesta activa de un usuario desconocido, al cual estamos conectados de alguna manera que desconocemos Se me ocurre algún ejemplo. Tal vez Zumthor, por decir uno cualquiera, proyectaba alguno de sus edificios, pensemos por ejemplo en las termas o en esa maravillosa capilla que parece una cueva cuyo nombre nunca recuerdo, pensando en algún tipo de espacialidad referida a su propia experiencia. Tal vez una tarde de verano se escondía entre rocas con amigos en algún lugar cercano a donde vivía, o tal vez se escondía de la nieve una mañana de invierno entre los muros de la antigua escuela de su infancia. Si un usuario ajeno a él visita estos edificios, seguramente sienta unas sensaciones similares a las que Zumthor sentía en las hipotéticas situaciones, sin que obviamente exista ningún tipo de relación espacial o temporal entre ninguno de los agentes. Creo por tanto que ese tipo de humanización no es objetivable porque habita dentro de cada uno de nosotros, aunque se manifieste de maneras similares. O no. Quizá una persona que fue maltratada en un ambiente húmedo y pétreo en su infancia sienta pánico al entrar en estos espacios.
- Mi opinión acerca del Pompidou, como ya podéis imaginar, no es pareja a la del maestro Fisac. A todos nos espantó la primera vez que lo miramos. No creo desde luego que se trate de un espacio deshumanizado, cuando es precisamente lo contrario lo que persigue y consigue. Y feo...allá cada uno. La belleza es algo que se encuentra pero que desde luego no se puede pretender. A mí me parece sublime, no me pregunto si bello o feo, me da igual, y una de las obras del siglo XX.
Para tus dudas no se te puede ayudar. Habría que discutir en qué momento comienza la arquitectura, si en el primer trazo sobre un papel, en la primera palabra pronunciada, el último plano dibujado, la primera piedra que se pone o cuando el político de turno inaugura la vida del edificio... Los maestros construyen la espacialidad a lo largo de todo ese proceso, produciendo cambios sustanciales en cualquier punto del mismo. Buscar una imagen a priori es demasiado complicado. Es mejor perseguir una idea de ese espacio. Olvidarse de la imagen, que depende de muchos factores a los que aún no hemos llegado cuando nos sentamos a negociar con nuestro trabajo. Holl (estoy ahora con él, sin llegar a pillarle el punto) lo persigue con sus acuarelas de diagramas espaciales, Siza dibuja a tinta, Kahn podía poetizarlo en palabra o Gehry hace que le hagan maquetas de cartulina...Tú encontrarás tu herramienta.