viernes, 21 de enero de 2011

Las canciones de Sísifo




Era éste un buen momento para capturar el actual estado de las cosas construyendo con palabras un espejo en el que se reflejen las principales características del camino. Un poco de whisky, mucho tabaco y una grabadora y empezamos recuperando el peso de una figura mitológica en nuestra manera de entender la creación: Sísifo y las canciones: «para mí uno de los rasgos esenciales de la música es que no te sirve para nada y es lo bueno de ella. Incluso aunque consigas subirte a algún sitio, luego tienes que volver a empezar otra vez desde abajo. Lo único que consigue es llevarte otra vez a canciones nuevas. Esto es algo que tienes que asumir. La cosas importantes de la vida no te llevan a ninguna parte, son principio y fin en sí mismas». Desde la aceptación de este viaje continuo de abajo a arriba y vuelta a empezar, nos cuestionamos que cambió con el paso del tiempo en nuestra manera de enfrentarnos a las cosas. Nacho dice: «con los años se endurece la mirada y tienes que procurar no volverte un cínico. Se resiente un poco la ingenuidad con la que hacías las cosas al principio... Al final se trata de librar esa batalla entre preservar la inocencia necesaria y asumir la realidad que te rodea y las consecuencias del paso del tiempo que inevitablemente te genera un escudo, un caparazón con las cosas...». Le recuerdo que inevitablemente algunas cosas cambian, la inocencia perdida es imposible de recuperar. Nacho es consciente: «acepto cierto nivel de contaminación en las canciones, pero intentando no perder la pureza con las que las escribía al principio. Si esa pureza se perdiera del todo, no tendría sentido seguir». También le recuerdo que en una parte del viaje, casi al principio, aceptamos, vía Michel Houellebecq, el cinismo como ingrediente necesario de nuestra posición ante el mundo. Nacho matiza mis palabras: «siempre me disgustó el cinismo. En el camino aceptamos utilizarlo como recurso para distanciarnos de las cosas. Pero cuando aprecié ese cinismo en la vida real, en gente muy cercana a mí, me dejó de hacer gracia. El cinismo no se quedó con la parte combativa que puede tener cuando dices: 'voy a enfrentarme a la realidad con un sarcasmo exagerado que ponga en cuestión incluso las cosas en las que creo'... Simplemente fue una manera de echar balones fuera». Recuperamos también dos frases que se convirtieron en las líneas de dirección más importantes de nuestros respectivos trabajos. La primera era de Konstantin Stanislavski: «hacer las cosas bien o hacerlas mal, pero hacerlas de verdad». Nacho dice: «es una máxima que hay que seguir para hacer las cosas. La primera obligación que tienes cuando desarrollas una actividad creativa es la de ser honesto contigo mismo. Evidentemente, tienes que hacerlo lo mejor que puedas, pero eso realmente no está en tu mano, además todo el mundo se cree mejor de lo que es. Tenemos distorsionada la mirada hacia nuestro trabajo, por lo que te tienes que centrar en mantener la honestidad». La segunda frase pertenece a Samuel Beckett: «Fracasa. Fracasa otra vez. Fracasa mejor». Nacho apunta: «el error, el tomar caminos equivocados y la insatisfacción con lo que uno hace son el motor para seguir haciendo. Todo camino pasa por la imperfección y ya sabemos desde hace tiempo que lo importamte nunca es el sitio al que llegar si no el camino que vas trazando».


Peligros en el camino

No existen los caminos exentos de peligros. A cada paso hay cientos de trampas colocadas esperando que caigas en ellas. Un momento especialmente complicado es cuando conviertes una actividad que da una parte importante del sentido a tu vida en tu «forma de vida». En el caso de Nacho, cuando las canciones empiezan a pagar la hipoteca. Cómo se sale íntegro y limpio de esa situación: «como pasó de una manera muy gradual no fue nada traumático. Llegó un momento en el que me di cuenta de que estaba viviendo de mis canciones y lo notaba especialmente porque dedicaba mucho tiempo a cosas que no tenían que ver de una manera directa con escribir canciones: negociaciones, promoción, giras muy largas... Eso lo vuelve todo mucho más complejo y lo único que piensas es que tienes que hacer algo para no perder la cabeza con todo lo que la música genera a su alrededor... Cuando estás en casa haciendo tus cosas, sabes que tienes que dejar todo eso fuera, abstraerte de ello y procurar seguir haciendo las cosas igual que al principio, cuando no pasaba nada». Aunque no es fácil abstraerse de las tentaciones: «la cosa se torció un poco con la salida del segundo disco, noté un salto... La gente en un momento determinado te hace más caso del que mereces y tuve momentos en los que se me fue un poco la cabeza. Me creí que estaba viviendo una vida de rock and roll que realmente no tenía nada que ver con la esencia de mi trabajo. Pero creo que realmente fue algo que duró poco». Otra de las interferencias inevitables es la aparición pública de un personaje que llegue a fagocitar a la persona, al artista que hay detrás. Nacho vio el peligro cerca: «no fue algo que me preocupara en exceso, pero soy consciente de que se cargaron mucho las tintas sobre el hecho del personaje conmigo, pero bueno... Seguramente yo lo fomenté muchas veces, pero de una manera muy poco solemne, después la gente se lo toma demasiado en serio. Al final, cuando te pones a escribir una canción o a preparar un disco, estás tú solo con tu trabajo y esas cosas no tienen ninguna importancia». Nacho acepta sin conflicto una de las realidades que más pueden desequilibrar la existencia de una persona: la tensión inevitable entre perderse y volver a encontrarse: «uno anda perdido y buscando siempre... En eso consiste el proceso vital en general. No tengo la sensación de haberme perdido demasiado y que después me volviera a encontrar. En realidad, hay muchos momentos en los que crees que estás al final de un ciclo, que terminas un momento que te tiene que llevar a un sitio nuevo, pero después descubres, una y otra vez, que todo se desarrolla en continuidad». Finalmente, concluye -aunque la grabadora continúa haciendo su trabajo, y sigue el whisky, el humo y la ceniza- con una reivindación del estado del alma ideal de las personas, por lo menos de las personas que se dedican a crear belleza, que hace años ya consensuamos en definir como la insatisfacción habitable: «las parcelas de tu vida en las que te sientes mínimamente satisfecho son las que hacen que no necesites nada más. Cuando creas algo lo que intentas es trascender un poco las cosas que ves, intentas explicarlas más allá de esa lógica que todos vemos. Y a ese proceso, de algua manera, sólo te lleva la insatisfacción, pera esa insatisfacción tiene que ser habitable porque si no corres el peligro de que te hunda y te haga mucho daño. Realmente esa situación es a la que más miedo le tengo, cuando hay momentos en los que estás más jodido de la cuenta y no tienes ganas de nada, ni de escribir, ni de tocar la guitarra... Tengo mucho miedo a la insatisfacción no habitable... y de ella sólo te salva el seguir intentándolo y volver a ponerte a trabajar una y otra vez».

Artículo publicado en El Comercio Digital


1 comentario:

  1. http://www.facebook.com/nachovegasoficial
    http://www.rtve.es/radio/radio3/
    mañana podremos escucharle a las doce en una entrevista, y dará un concierto a las 16, pero no sé si lo emiten en directo o cómo se puede escuchar...
    para ir abriendo boca

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