Ayer finalmente vi la última película de Lars Von Trier después de varios años detrás de ella, intentona de ir al cine incluída abortada por Sara. Menos mal que no la convencí. No voy a hacer ninguna crónica sobre ella pues no me siento preparado.
La polémica que suscitó habla por sí sola y está, además, justificada.
Cuando la película acabó me sentí horrorizado. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en ella, y cuanto más lo hago, más me gusta. Supongo que poco a poco voy entendiendo lo que Lars nos quiere contar. Resumiendo mucho y quizá por ello siendo injusto, la película habla de cómo nuestros miedos y errores pueden apoderarse de nosotros hasta llevarnos a lo más profundo de nuestra naturaleza, esto es, convertirnos en animales completamente irracionales. El tema está muy visto, pero la propuesta de von Trier es una salvajada, tanto en el buen como el mal sentido de la palabra. La pelicula está cargada de imágenes sublimes, y digo sublimes por aterradoras, simbolismo, una fotografía excelente y un trabajo de los dos actores sobresaliente. Es admirable que un director sea capaz y encima se atreva a hacer algo así.
No voy a recomendar a nadie que la vea, puesto que podría ser tachado de enfermo mental. Os dejo simplemente la introducción de la película para que podáis entrar en contacto con ella y decidir si queréis verla o no. Sólo una recomendación: como la arquitectura, no es para pusilánimes.
sábado, 21 de agosto de 2010
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