La primera imagen me la encontré horrorizada en el suroeste de esta isla, de una media de 50km. de diámetro. Mucha parte del perímetro de esta zona presenta un aspecto similar. Me pregunté que pretensiones puede haber en la mente de alguién que se rompe la cabeza pensando como construir estos edificios y cómo van a llegar a hasta la parte alta la cantidad de materiales necesarios. La respuesta más acertada fue una que utiliza mucho mi padre y desde que la leyó una vez en algún sitio: "Hables de lo que hables, hablas de dinero." La segunda supuso para todos un triunfo, una conquista de la parte más alta de la isla que habíamos recorrido con esfuerzo a través de una de esas carreteras insufribles de montaña. Con el Teide al fondo, que a su vez tiene menos de la mitad de la altura del Everest. El tercer paisaje desemboca en el mar y es a la vez su contrario. Es la reserva natural de las Dunas de Maspalomas, al sur de la isla, donde estábamos alojados. Aquí el lugar se reinventa cada mañana, cuando la noche y la brisa borran las nuestras huellas.
jueves, 29 de julio de 2010
Trocitos de una isla
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