''(...) Pienso en esos paisajes cósmicos, con la luz del fulgor de los metales de batalla de Albrecht Altdorfer, o en la luz húmeda de las vegas silentes en las pequeñas tablas de Adam Elsheimer; en el tenebrismo de las malas compañías de los lienzos de Michelangelo Caravaggio; en el pequeño y único polo de luz, como vela halógena, de las obras de George de la Tour. Pienso en la atmósfera existencial de los acantilados de Caspar David Friedrich; en los aldeanos a contraluz de los llanos campos de Jean-Francois Millet convertidos en luminosos girasoles provenzales en el expresivo pincel de Vincent Van Gogh; en las borrascas de William Turner o en las sombras mmelancólicas de las plazas de Giorgio de Chirico. Y pienso en la luz que hace desintegrar la figura, a pinceladas, de los impresionistas al contrario de la luz metafísica de los cuadros de Johannes Vermeer; en la luz griega, de alabastro y tramontana, colocada en el horizonte de cala de Port Lligat y que Salvador Dalí tematiza; en la luz de neón de las escenografías de Erich Gonder o del Taxi Driver de Martin Scorsese. (...) O en la luz del color en sí, en su humedad, en la pintura de Rothko, o en la caligrafía abismal, iluminada de la escritura pictórica de Mark Tobey; (...). También en el ballet contemporáneo la luz hunde sus raíces no sólo en el mundo real, de la naturaleza, sino también en esa luz de la historia de la pintura, así como en esa luz artificial de nuestro mundo cotidiano, en casa y en la calle. Hay una luz incierta, hay una luz clarificadora y una luz que vive en su sombra, la sombra es una semilla de la luz.''
'El peso de la luz' -----
Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra. -No tengo ni deseos ni temores -declaró Kan-, y mis sueños los componer o la mente o el azar. -También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y seite maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya. -O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge.
''(...) Pienso en esos paisajes cósmicos, con la luz del fulgor de los metales de batalla de Albrecht Altdorfer, o en la luz húmeda de las vegas silentes en las pequeñas tablas de Adam Elsheimer; en el tenebrismo de las malas compañías de los lienzos de Michelangelo Caravaggio; en el pequeño y único polo de luz, como vela halógena, de las obras de George de la Tour. Pienso en la atmósfera existencial de los acantilados de Caspar David Friedrich; en los aldeanos a contraluz de los llanos campos de Jean-Francois Millet convertidos en luminosos girasoles provenzales en el expresivo pincel de Vincent Van Gogh; en las borrascas de William Turner o en las sombras mmelancólicas de las plazas de Giorgio de Chirico. Y pienso en la luz que hace desintegrar la figura, a pinceladas, de los impresionistas al contrario de la luz metafísica de los cuadros de Johannes Vermeer; en la luz griega, de alabastro y tramontana, colocada en el horizonte de cala de Port Lligat y que Salvador Dalí tematiza; en la luz de neón de las escenografías de Erich Gonder o del Taxi Driver de Martin Scorsese. (...) O en la luz del color en sí, en su humedad, en la pintura de Rothko, o en la caligrafía abismal, iluminada de la escritura pictórica de Mark Tobey; (...).
ResponderEliminarTambién en el ballet contemporáneo la luz hunde sus raíces no sólo en el mundo real, de la naturaleza, sino también en esa luz de la historia de la pintura, así como en esa luz artificial de nuestro mundo cotidiano, en casa y en la calle. Hay una luz incierta, hay una luz clarificadora y una luz que vive en su sombra, la sombra es una semilla de la luz.''
'El peso de la luz' -----
Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.
-No tengo ni deseos ni temores -declaró Kan-, y mis sueños los componer o la mente o el azar.
-También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y seite maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
-O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge.
'Las ciudades invisibles'