viernes, 25 de diciembre de 2009
Figuritas Humanas (Elipsis, Iluminaciones, Etcétera)
" Todo se muestra enfrente de él como un gran bosque, y nada desea más que adentrarse en él y recorrerlo de cabo a rabo. Pero el bosque no es tal, es más como una fachada de árboles que, una vez traspasada, adivina un montón de claros en los que no existe el menor rastro de vegetación. Se hace preguntas para las que es incapaz de encontrar respuesta, y ese horizonte, el de una vida llena de respuestas perdidas, le provoca un leve pero inextinguible desasosiego. Se pregunta si ya habrá conocido todo aquello que tenía que conocer (se refiere a las Iluminaciones). Pero no, piensa, no puede ser. No puede ser todo así de vulgar -pensar en ello comienza a producirle una vaga sensación de pánico, si es que tales sensaciones pueden manifestarse de una forma vaga-. La gente que ve por la tele, la gente mayor que él, suele hablar de lo maravillosa que es la vida. Hablan de ello, aun con el rostro marcado por la amargura.
Hijo alarga la mano y agarra un trozo de papel de plata de la mesita. Una gota solidificada de heroína, oscura y brillante, está adherida a él. Antes de aplicar la llama del mechero y aspirar el humo, Hijo se pregunta por última vez ese día (y quién sabe si para siempre) de qué está hecha su vida. Y antes de que el humo llegue hasta sus pulmones, un segundo antes de olvidarse de todo por un rato, obtiene una respuesta.
¿Cuál?
Etcétera. "
Ignacio González Vegas
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