domingo, 19 de diciembre de 2010

Nieva

Nieva.
La ciudad permanece cubierta por una capa blanca y silenciosa que lo iguala todo.
Al caminar, uno no distingue si pisa encima de un adoquín, de una baldosa, de un alcorque, de una rejilla. Sin embargo las huellas, detrás, quedan visibles para los que puedan venir. Que decidirán si borrarlas, o respetarlas.
Ahora, me asomo por los ventanales. Es una imagen que atrapa, que remite a tiempos remotos, como el fuego en la chimenea. Veo nevar. Infinitos copos que se desplazan por el aire, que dibujan recorridos sinuosos y torcidos en todas direcciones, para acabar posándose en algún lugar insospechado. Una teja, una rama sin hojas, el gorro de un niño.
Todo es tranquilo y sereno. Sólo cabe disfrutar.
Corro las cortinas.
Hasta la próxima.

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