Hará ya un mes que tuve la suerte de llegar a la última visita guiada de exposición que se hizo en Conde Duque sobre Félix Candela. Y digo suerte porque resultó ser su sobrina-nieta mejicana, estudiante de arquitectura, la que me presentó a este arquitecto de una manera poco convencional, con una evidente nota de cercanía y admiración que me sirvieron para, sin dudarlo, encariñarme e interesarme por este arquitecto.
Tras finalizar la carrera en Madrid le concedieron una beca a Alemania, pero estalló la Guerra Civil y tuvo que exiliarse a Méjico con su familia. Llegó allí sin titulación, “por lo que se encontró en un país lejano sin más armas que su propia capacidad y sus conocimientos reales, sin la protección administrativa que proporciona una carrera, con independencia del aprovechamiento obtenido.”
Entonces comenzó a trabajar con lo que tenía: muchas ganas y mano de obra muy barata. Así desarrollo enormemente las superficies regladas, concretamente el paraboloide hiperbólico o HYPAR, como ellos lo llaman. Se centró sobretodo en la construcción de estas superficies como grandes cubiertas que dan cobijo al uso que se desarrolla bajo ellas. Decía que si Kahn le preguntaba al ladrillo qué quería ser o dónde quería estar, éste le contestaba que en un arco, y que si él hacía lo mismo con el hormigón éste le respondía: “pretensado o en un paraboloide hiperbólico”.
“Mi principal trabajo consiste en simplificar y regularizar los croquis que me presentan y en convencer que el éxito no estriba en construir formas extravagantes sin oen hacer cosas sencillas, estudiando con cariño los detalles. Creo que esto es una norma que podría aplicarse a cualquier obra de Arquitectura.”
Una de las primeras iglesias que hizo en Méjico es la de La Milagrosa. Tras ésta haría muchas más. Decía su nieta que un chico jóven que trabajaba en su estudio le dijo a Félix que estaba seguro de que tenía que ser un hombre religioso, porque sino no entendía como podía conseguir esos espacios. A lo que Candela la preguntó que si el tenía coche, y el chico le dijo que no. Y volvió a preguntarle si sabia conducir y la respuesta volvió a ser negativa. Entonces le dijo: “¿Pero a que sabrías proyectar un aparcamiento ahora mismo?.”
No hizo muchos viajes a España, aún así en los 60 nos dejó la que es su única obra en nuestro país y que me gustaría visitar con vosotros: la iglesia de Nuestra Señora de Gualalupe, cerca del parque de Berlín. Si vamos el 12 de Diciembre, que es su día festivo, hay un grupo de mariachis y abren el bajo cubierta, donde se ve el HYPAR.
También nos contó que solía reunirse con varios amigos, en sus visitas a la capital, en el bar Ciriaco. Que conocían muy bien al camarero, Godofredo, que aún sigue allí y que está encantado si repreguntas por Félix. Y que fue allí donde fundaron lo que ellos llamaban el Consorcio de Ideales Fantásticos, el cual tenía como uno de sus objetivos, después de 3 o 4 copas, el conseguir armar una burbuja de agua que pudiese flotar en medio del Estrecho de Gibraltar.
Su obra favorita es el restaurante los Manantiales, en Xochimilco, Méjico, que curiosamente es igualito al Oceanográfico de Calatrava. Por lo visto fue una colaboración que Candela no llegó a ver terminada. Por lo menos Santiago se ha estudiado a Félix, o eso espero, porque no es la única coincidencia que tienen. Otro que se referencia es Foster. ¿A que no sabéis quien hizo primero esos paragüas?, Por cierto que si habéis visto el pabellón de Méjico para la expo de Shangai… más de lo mismo, pero sin que trabaje la forma.