viernes, 10 de junio de 2011




Cerrar una ventana al exterior para abrir otra a un patio interior.
Por haber llegado hasta aquí, gracias.

domingo, 5 de junio de 2011

Fútil adiós



“Reconozco hoy que fracasé; sólo me asombro, a veces, por no haber previsto que fracasaría. ¿Qué había en mí que pronosticase un triunfo? Yo no tenía la fuerza ciega de los vencedores o la visión de ciertos locos…Era lúcido y triste como un día de frío…

Las cosas nítidas reconfortan, y reconfortan las cosas al sol. Ver pasar la vida en un día azul me compensa de muchas otras cosas. Olvido indefinidamente, olvido más de lo que sería capaz de recordar. Mi corazón translúcido y aéreo se empapa de la suficiencia de las cosas, y mirarlas me basta cariñosamente. Nunca fui otra cosa que una visión incorpórea, desnuda por completo de alma excepto por un aire sutil que pasó y que yo veía.

Tengo elementos espirituales de bohemio, de esos que dejan correr la vida como cosa que se escapa de las manos y el momento justo en que el gesto de lograrla duerme en la mera idea de hacerlo. Pero no tuve la compensación exterior del espíritu bohemio – el fácil descuido de las emociones inmediatas y abandonadas. Nunca fui más que un bohemio solitario, lo que resulta absurdo; o un bohemio místico, que es cosa imposible.

Algunos momentos-pausa que he vivido, momentos frente a la Naturaleza, esculpidos en la ternura de la soledad, permanecerán en mí para siempre como condecoraciones. En esos momentos olvidé todos mis propósitos de vida, todas las direcciones deseadas. Gocé de no ser nada con una plenitud de paz espiritual, cayendo en el regazo azul de mis aspiraciones. No gocé nunca, quizás, una hora indeleble, independiente de un fondo espiritual de fracaso y desánimo. En todas mis horas libres dormía un dolor que tímidamente florecía por detrás de los muros de mi conciencia, en otras quintas; pero el aroma y el color mismo de esas flores tristes atravesaban intuitivamente los muros, y el otro lado de esos muros, donde florecían las rosas, nunca dejaba de ser, en el misterio con fuso de mi ser, este lado de acá esfumado en mi somnolencia de vivir.

El rio de mi vida fue a desaguar a un mar interior. En torno a mi solar soñado era otoño en todos los árboles. Este paisaje circular es la corona de espinas de mi alma, los momentos más felices de mi vida fueron sueños, y sueños de tristeza, y yo me veía en los lagos de esos sueños como un Narciso ciego que gozara de la frescura próxima del agua, sintiéndose inclinado sobre ella gracias a una visión anterior y nocturna, secreteada a las emociones abstractas, vivida en los rincones de la imaginación con un cuidado maternal en preferirla.

Tus collares de perlas falsas amaron conmigo mis mejores horas. Eran claveles las flores preferidas, tal vez porque no significaban nada de especialmente refinado. Tus labios agasajaban sobriamente la ironía de su propia sonrisa. ¿Comprendías bien tu destino? Era porque lo conocias sin comprenderlo por lo que el misterio escrito en la tristeza de tus ojos había ensombrecido tanto tus labios de renuncia. Nuestra Patria quedaba demasiado lejos para rosas. En las cascadas de nuestros jardines el agua era pelusa de silencios. En las minúsculas cavidades rugosas de las piedras, por donde se deslizaba el agua, había secretos que habíamos mantenido desde niños, sueños del tamaño inmóvil de nuestros soldaditos de plomo, que podían ser colocados entre las piedras de las cascada, en estática ejecución de una gran acción militar, sin que faltara nada a nuestros sueños, ni nada acudiera a destiempo a nuestras suposiciones.

Sé que fracasé, gozo de la voluptuosidad indeterminada del fracaso como quien concede una importancia exhaustiva a una fiebre que lo mantiene enclaustrado.

Tuve algo de talento para la amistad, mas nunca tuve amigos, bien porque ellos me fallaron, o bien porque la amistad que yo había concebido fue un error de mis sueños. Viví siempre aislado, y fui viviendo cada vez más aislado a medida que me fui interesando por mí mismo. "

PAISAJE DE LLUVIA nº 319
El libro del desasosiego, Fernando Pessoa